BELÉN SARRIÁ
- La compañía explora en un psicodrama el amor hasta llevarlo a sus límites.
- «Esta obra no tiene un mensaje cerrado, es una reivindicación del amor», sostiene la directora del montaje.
- El espectáculo estará en el Teatro Cuarta Pared de Madrid, hasta el 26 de enero.
Tres hombres y tres mujeres se encuentran en una sala de baile con karaoke. Ellos deberían ser unos tipos duros; hombres fríos , racionales y cazadores. Ellas deberían ser mujeres perfectas, simpáticas y que se sientan con las piernas cerradas. Los seis lo intentan, pero ninguno de ellos lo consigue…
Tres canciones de amor, el nuevo drama de Patricia Benedicto, se estrenaba ayer en el escenario de Cuarta Pared de Madrid con un único objetivo: arrastrar el amor hasta sus límites. «Que el amor existe es todo lo que sabemos del amor», reza el montaje. Por eso, la dramaturga nos invita a experimentar este sentimiento sea al precio que sea, «te puede destruir o te puede elevar pero, aunque lo sufras, lo padezcas o sea lo más terrible que te haya pasado en la vida, no te lo pierdas», sostiene la directora.
No se trata de una clásica comedia de amor. Ni siquiera sigue un planteamiento narrativo clásico. Esta nueva dramaturgia utiliza su propio lenguaje. La primera parte, dedicada a los hombres, representa los estereotipos del cine. Nos encontramos sobre el escenario a Montgomery Clift (Carlos Jiménez-Alfaro), el hombre frágil; a John Wayne (Eugenio Gómez), el sujetabarras; y a James Dean (Sergio Torres), el lobo peligroso. «En esta escena, el hombre reflexiona sobre su masculinidad en soledad», revela Benedicto.
La segunda parte, la de las mujeres, está representada por Norma Jean Baker (Laura Lorenzo), como objeto de deseo; Katharine Hepburn (Lúa Testa), el cuerpo que siempre es incorrecto; y Doris Day (Elena Corral), la mujer perfecta, pasiva y sonriente. Según la directora, «ellas hablan del cuerpo de la mujer, de aquellas partes que sugieren misterio y, a la vez, generan atracción».
Seis personajes implacables que se funden en un baile. Un encuentro que rompe con la tercera escena, «la más caótica, como tiende a ser el amor –confiesa Benedicto–. Es un momento en el que los personajes se sienten ellos mismos, sin tanta máscara, intentando verse de verdad».
Sin duda, Tres canciones de amor propone un viaje que lleva al espectador a vivir todas las fases del enamoramiento. «Os encontraréis con una aventura que comienza en la construcción de nuestro género hasta ver cómo nos enfrentamos a ello. Veréis a tres hombres y a tres mujeres que se conocen, se enamoran, se mandan cartas, se dejan, se emocionan, se pelean, se despiden…».
Unas emociones con las que el público se sentirá identificado porque, al fin y al cabo, son «historias cotidianas que nos pasan a todos» . Al menos así fue para Patricia Benedicto quien, a raíz de una ruptura y de un querer volver a enamorarse, le surgió la necesidad de indagar en estos sentimientos hasta crear este nuevo drama.
«Empecé a preguntarme sobre si nuestros anhelos amorosos nos eran propios o impuestos y qué pasaba cuando las expectativas no se cumplen. Puede que rompamos como seres civilizados o puede que nos matemos. Esta obra no es, por supuesto, una respuesta, es solo una forma de continuar pensando», concluye la dramaturga. Es por esto que la obra «no tiene un mensaje cerrado, solo es una reivindicación del amor».
Siete años sobre el trapecio
En 2012, el trío de amigas compuesto por Laura Lorenzo, Elena Corral y Patricia Benedicto crearon La Trapecista Autómata, una compañía de teatro que, tras el éxito de Moscú (3.442), vuelve a los escenarios con Tres canciones de amor. «Una característica de nuestra companía es que tratamos nuestro material personal como material dramático. Lo hacemos sin dolor, de hecho, como terapia», revelan las promotoras.