Es la magia de los Globos de Oro y también su seña de identidad, lo que los diferencia de los Óscar: siempre hay sorpresas. Y vaya si las hubo. El galardón más preciado de la noche, el Globo de Oro a Mejor Drama, fue, contra todo pronóstico, para 1917, el conflicto bélico de Sam Mendes, quien también se alzó con el premio con el que sueña todo cineasta, el de Mejor Director. Por si se lo preguntan, tendrán que esperar al viernes para verla en cines. No hay mayor atractivo ni mejor campaña publicitaria que esa.1917 consiguió desbancar así a sus rivales, y eso que dos de ellas (El irlandés e Historia de un matrimonio) lideraban las nominaciones con 5 y 6, respectivamente. La primera, sobre una banda de mafiosos de primer nivel obra de Scorsese, se fue de vacío. La segunda logró evitar, aunque por poco, esa etiqueta gracias a Laura Dern, la eterna y magnífica secundaria, cuyo papel de abogada especializada en divorcios le valió el Globo de Oro a Mejor Actriz de Reparto.La otra gran triunfadora de la noche fue Érase una vez en… Hollywood. La oda de Tarantino al cine hollywoodiense consiguió ‘el oro’ a Mejor Comedia o Musical, así como a Mejor Guion y también logró encumbrar a Brad Pitt como Mejor Actor de Reparto ante la atenta mirada de Jennifer Aniston.Renée Zellweger, mientras tanto, fue la encargada de poner la nota irónica a una gala que se celebró el domingo en Los Ángeles. Para la Asociación de la Prensa Extranjera su papel en Judy merecía el mayor reconocimiento: el de Mejor Actriz en la categoría reina. «Hola a todo el mundo, es un placer volver a veros. Se os ve genial 17 años después», exclamó la inolvidable Bridget Jones al recoger el galardón, un dardo envenenado a una industria que, en la mayoría de los casos y salvo en contadas excepciones, se olvida de sus actrices pasados los 40. Judy supone para ella su regreso por la puerta grande a la primera línea tras casi ser desahuciada como actriz.En la categoría masculina no hubo sorpresas. Era el año de Joaquin Phoenix, lo sabía todo el mundo: público, crítica… y también él, pese a que su rictus de sorpresa dijera lo contrario. Su estelar e icónica interpretación de Joker dejó sin opciones a Antonio Banderas, quien optaba al galardón por su decadente Salvador Mallo en la almodovariana Dolor y Gloria, que también se fue de vacío: Parásitos se llevó el galardón a Mejor Película Extranjera.La otra gran esperanza del cine español estaba puesta en Ana de Armas (El internado), esa actriz que nuestro cine no supo explotar y que ha encontrado en Hollywood su mejor plataforma. La actriz cubana, nominada en la categoría de comedia o musical por Puñales por la espalda, vio cómo los Globos finalmente sonreían a Awkwafina (The Farewell). Tampoco sonrieron a Netflix, plataforma que cosechó casi una veintena de nominaciones en cine y que solo se llevó uno.A la gala de este año le faltaron los discursos reivindicativos de otras ediciones, aunque la Asociación de la Prensa puso sobre la mesa el tema del cambio climático con un menú vegano. Sobre eso precisamente habló Patricia Arquette, nominada en la categoría televisiva, pues recordó los incendios en Australia, un guante que Joaquin Phoenix recogió más tarde. «Está muy bien desearle lo mejor a Australia, pero no sirve de nada.Espero cambios reales». Tampoco dejó escapar la oportunidad Ricky Gervais, maestro de ceremonias por quinto año consecutivo, y lo hizo con ese humor irreverente que no gusta a todos y que levanta más malas caras que vítores. «Es genial que 800 personas quieran salvar el planeta y acudan, cada uno en su limusina, a comer algo vegano».Pese a todo, fue Michelle Williams quien arrancó el mayor aplauso del público por un discurso en el que invitaba a las mujeres a votar en consecuencia en las elecciones de EE UU. «Los hombres llevan años haciéndolo y por eso el mundo se parece tanto a ellos».Llegó en un momento idóneo: con el final de Juego de tronos, algo así como el fin de una era. Y HBO supo aprovechar el vacío que dejaba su ficción estrella para promocionar la siguiente, la que pretendía llenar su hueco. Su nombre, Chernobyl. Su argumento, obvio: el accidente nuclear del 26 de abril de 1986. La miniserie de HBO enseguida se ganó a crítica y público. Tanto, que hasta desbancó a Juego de tronos como la mejor serie de IMDb. El domingo, se sometió a examen en los premios más importantes de la televisión, los Globos de Oro, y salió reforzada, pues consiguió el galardón a Mejor Miniserie y su actor Stellan Skarsgard se llevó el de Actor Secundario.En la categoría dramática se impuso Succession (también de HBO), una adictiva y obsesiva ficción que aún cree en la emisión semanal y que sigue las andanzas de los Roy. A Brian Cox, uno de los actores que de hecho da vida a un miembro de ese malvado clan, su interpretación de Logan le valió el Globo de Oro a Mejor Actor.Así, Succession le arrebató la corona a The Crown, que se presentaba como su gran amenaza, aunque en la categoría actoral nadie pudo eclipsar a Olivia Colman, quien, gracias su magnífico papel, se convirtió en Mejor Actriz de Drama. Solo ella pudo representar a Netflix sobre el escenario. Y es que de 17 nominaciones, la plataforma solo se llevó uno.La otra gran triunfadora de la noche fue Fleabag (Amazon), que batió a sus rivales como Mejor Serie de Comedia. Su creadora, Phoebe Waller-Bridge, también se impuso como Mejor Actriz de Comedia, consiguiendo dos de los tres premios a los que aspiraba su creación.La Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood también se acordó de Patricia Arquette (The Act), Michelle Williams (Fosse/Verdon), Ramy Youssef (Ramy) o Russell Crowe (La voz más alta).