CARLES RULL
- ‘Forrest Gump’ se estrenó en los cines norteamericanos el 6 de julio de 1994.
- Premiada con el Oscar a la mejor película aún sigue siendo una de los títulos más queridos por los espectadores.
Un desconocido sentado en el banco de un parque, cerca de la parada de un bus escolar, y dispuesto a entablar conversación con cualquiera que se ponga a su lado. Son escenas muy recordadas sobre la vida y (casi) milagros de Forrest Gump, un personaje que se hizo famoso hace 25 años, desde el mismo estreno de la película de Robert Zemeckis protagonizada por Tom Hanks.
Basándose en la novela de Winston Groom, es uno de los personajes ficticios más célebres gracias al cine. Nació con una discapacidad intelectual y también física. «Tiene las piernas muy fuertes, señora Gump. Más fuertes como el que más. Aunque su columna está más retorcida que un político«, diagnosticó el doctor que le trató de pequeño.
Lo resolvió colocándole unas próstesis en las piernas, hasta que un día Forrest descubrió, huyendo de los muchachos que le hacían bullying, que podía librarse de los aparatos y correr rápido con más constancia que nadie.
Ya de mayor sobrevivió a la guerra del Vietnam y a todo tipo de limitaciones. Se hizo famoso corriendo o jugando al ping-pong, montó sus propios negocios, con su amigo el teniente Dan (Gary Sinise) uno de los grandes secundarios del filme, e incluso logró hacerse con una fortuna, invirtiendo en acciones de una entonces incipiente compañía llamada Apple. Nadie hubiera dicho que su coeficiente intelectual era de 75 (muy por debajo de la media de 100).
Es una historia ejemplar de superación personal, pero también de la extraordinaria relación con su madre (Sally Field) o con el amor de su vida, la chica que conoció desde pequeño, Jenny (Robin Wright). A todo ello hay que sumarle un repaso a la cultura popular y la historia reciente norteamericana desde los años 60.
Además del conflicto de Vietnam, el movimiento hippie y las protestas pacifistas o la llegada del hombre a la Luna, aparecen celebridades del mundo de la música como Elvis Presley y John Lennon, o presidentes como Lyndon B. Johnson, John F. Kennedy y Richard Nixon. El trucaje de las escenas en las que aparecía junto a las reconocidas personalidades (aunque a Presley lo encarnó un actor, Peter Dobson) le valió el Oscar a los mejores efectos visuales.
Fue uno de los seis que ganaría de las trece nominaciones a las que aspiraba, incluyendo el de mejor dirección, actor, guion adaptado, montaje y película, este último prácticamente por aclamación popular, pese a que en aquella edición competía con títulos como Pulp Fiction o Cadena perpetua.
Y es que en taquilla fue un éxito enorme. Llegó a las pantallas norteamericanas el 6 de julio de 1994, y en España el 14 de septiembre. En cines y a nivel mundial recaudó 677,9 millones de dólares (ajustados a la inflación serían 1453,8 actuales), más de doce veces su presupuesto de 55 millones. Logró posicionarse como la segunda más taquillera de aquel año, solo superada por la animación de Disney de El rey león, y la cuarta más taquillera de toda la historia.
Con el paso de los años, una de las escenas de Forrest Gump casi se hizo realidad. Fue cuando Tom Hanks recibió la Medalla de honor (la Presidencial de la Libertad) en 2016 de manos del presidente Barack Obama. El momento y la distinción recordó la escena en la que Forrest era igualmente condecorado, pero por el presidente Lyndon B. Johnson, por su valor en la Guerra de Vietnam.
Aunque para la ocasión Hanks tuvo el decoro de no repetir su, en el fondo, cándido gesto bajándose los pantalones ante el presidente de Estados Unidos, invitados y medios para mostrar su herida de guerra, en el mismo trasero.
La filosofía Forrest Gump en cuatro frases
«Mamá siempre decía la vida es como una caja de bombones, nunca sabes el que te va a tocar». El mensaje de Forrest Gump siempre es positivo. Nunca se sabe que nos deparará el destino, alegrías o fatalidades, pero hay que estar preparado para afrontarlos o aprender incluso de los peores momentos.
«Tonto es el que hace tonterías». La obviedad como ejemplo del sentido común, pero también es un lema contra aquellos que puedan burlarse de los que tienen alguna discapacidad. Y es que estupideces se hacen muy a menudo, y no precisamente por los que puedan tener alguna discapacidad.
«La verdad, aunque yo siempre iba corriendo, nunca pensé que eso me llevara a ningún lado». Puede pecar de falta de ambición, pero es también una alerta sobre el estrés y las frustraciones de la vida moderna, siempre corriendo, arriba y abajo, para nada. Forrest sencillamente hacía lo que le apetecía.
«Alguien dijo que la paz del mundo estaba en mis manos, pero yo solo jugué al ping-pong». Forrest tenía una visión muy sencilla de la vida, y tal vez eso es lo que le hizo lograr hazañas impensables. Poder dedicarse a lo que a uno más le gusta o mejor se le da ya es en sí mismo un triunfo.
(Imágenes texto: ©Paramount )