DANIEL G. APARICIO
- Este 18 de mayo se estren la historia de amor protagonizada por Annette Bening y Jamie Bell.
- Cuenta la relación real entre el joven actor Peter Turner y la veterana actriz Gloria Grahame.
En un momento de máxima reivindicación de la dignidad femenina, con especial activismo entre las mujeres de la industria del entretenimiento, que denuncian una escandalosa escasez de personajes protagonistas o interesantes –menos aún a medida que aumenta la edad–, esta película supone, en cierto modo, un hermoso manifiesto reivindicativo.
Las estrellas de cine no mueren en Liverpool cuenta la historia de amor, a finales de los años 70, entre el joven actor Peter Turner y la veterana actriz de Hollywood Gloria Grahame. La diferencia de edad no es un obstáculo para la admiración y pasión que surge entre ambos, unidos además por una vocación irrefrenable por la interpretación. De hecho, Gloria lucha para que su edad tampoco sea un impedimento a la hora de trabajar… y lo consigue.
A partir de esta premisa, basada en las memorias del propio Turner, la película nos invita a viajar en el tiempo –e intentar afrontar su paso– desde diversos ángulos: las diferencias generacionales entre uno y otro, el impacto de la relación en sus respectivas familias, los esbozos sobre el glorioso pasado de Grahame en su juventud y también la propia estructura narrativa del filme, que no está construido de forma lineal.
En realidad, todo comienza con un reencuentro entre Peter y Gloria un tiempo después de su misteriosa ruptura. ¿Qué les pasó?, ¿qué ha sucedido? Mediante saltos atrás y adelante en el tiempo, algunos introducidos con preciosas y teatrales transiciones, la historia se va componiendo como si fuera un puzle del color de las fotos antiguas.
Es imposible no sentirse conmovido con el cuadro resultante, y gran parte de la culpa es de la pareja protagonista. Por un lado, Annette Bening, con su elegante y cariñosa interpretación, llena de matices, de una diva maravillosa, divertida en su refinamiento y coquetería a menudo sobreactuados. Por el otro, Jamie Bell, aquel increíble Billy Elliot que ha crecido guapo y talentoso y que es aquí un joven sensible y son complejos. La química entre ambos es asombrosa, quizá el mayor valor de un relato que, con otos actores, habría sido mucho menos.
El otro gran amor de la película es el que sienten ambos por el cine y el teatro, algo que se materializa en constantes homenajes a grandes obras y producciones clásicas y que nos regala algunos de los momentos más entrañables del filme, especialmente su bello clímax.
Una historia de amor improbable entre dos individuos apasionados y tenaces que luchan por sacar adelante su carrera profesional en el contexto hollywoodiense y del mundo del espectáculo en general… ¿les suena? Lo cierto es que Bening y Bell tienen poco que envidiar a Emma Stone y Ryan Gosling. Tan solo les faltan los números musicales, e incluso hay un amago de eso –bien divertido además– en su primera escena juntos. Por lo demás, los paralelismos con La La Land son más que evidentes, en el buen sentido, especialmente en lo actoral.
Eso sí, parece que las estrellas de Liverpool no brillan tanto como las de city of stars. así que en vez de ganar Óscar se han tenido que conformar con nominaciones a los BAFTA.