El periódico The Guardian ha decidido dejar de publicar sus artículos en X, el antiguo Twitter. La dirección del diario británico considera que esta red social promueve «teorías conspirativas» y recalca que «la campaña electoral presidencial de Estados Unidos ha servido para subrayar que X es una plataforma de medios tóxica y que su propietario, Elon Musk, ha podido usar su influencia para dar forma al discurso político». Cosa que ya sabíamos, pues Musk invirtió 44.000 millones de dólares en Twitter como manera de comprar la puerta a la información. Y también a la desinformación. Mucho mejor que adquirir un medio de comunicación tradicional. Incluso mucho mejor para venderse a sí mismo en primera persona. Objetivo conseguido.Pero ahora The Guardian se marcha con toda la pompa de X, pone un cordón «sanitario» para no regalar contenido a los intereses de Musk y, como consecuencia, saca músculo. Pues con esta decisión el medio proyecta en la sociedad inglesa una imagen de línea editorial que no necesita la rapidez de la viralidad: «Afortunadamente, podemos hacer esto porque nuestro modelo de negocio no se basa en contenido viral adaptado a los caprichos de los algoritmos de los gigantes de las redes sociales». Los que entran al trapo de la polarización ganan visibilidad rápida. Así que enfrentarse a Twitter es como una campaña publicitaria gratis que otros seguirán. En España, de momento, La Vanguardia ya ha anunciado lo mismo que The Guardian. No obstante, a menudo, reivindicarse es necesario. Quizá hasta llegamos tarde. De hecho, uno de los problemas de la Unión Europea es que ha dejado a las redes sociales extranjeras un control inaudito en el acceso a la información. Pero marcharse tampoco suena a gran solución si eso conlleva que las fake news tomen en solitario el control absoluto de X.Los mercaderes del bulo lo primero que hacen es desacreditar al periodista para tener vía libre sin que nadie verifique sus mentiras. Huir de allá donde corre la manipulación es la antítesis en sí del periodismo.Quizá el dilema no está en irse o quedarse. La solución a este galimatías de desinformación está en que aquello que coge el vuelo en Twitter/X no puede ser la fuente principal a la hora de crear noticias en los medios de comunicación tradicionales. Igual que no elaboramos información de cada chorrada que se comparte en Forocoches, no debería ser noticia cada impacto que se viraliza en X. Más todavía ahora, que tenemos contrastado que los algoritmos están diseñados para silenciar los enlaces a artículos periodísticos serios y propagar calenturas emocionales básicas que nos hacen más sugestionables. De ahí que The Guardian también se vaya. Twitter ya no da tráfico, ya no da visitas, ya no da clics. A diferencia de otras plataformas como Google Discovery o WhatsApp, también llenas de desinformación y de las que no se fomenta este debate. Porque sí dan audiencia.El periodismo es encontrarse con la realidad. No quedarse detrás de una pantalla replicando y magnificando lo que gritan cuatro personas con mucho like y poca representatividad. Eso es lo que estamos haciendo mal. Es como Musk ha tomado el control del discurso de todos los medios, comprando lo que se había transformado en una de sus más baratas y eficaces materias primas: Twitter. Huir ahora no arregla demasiado y parece olvidar que el periodismo no es marcharse, es intentar quedarse hasta comprender el final. O llámalo X.