Elementos indispensables del altar de muertos

Puedes colocar una fotografía o incluso una pintura o dibujo de la persona. Las imágenes sirven para recordar al fallecido en memoria de quien se está poniendo el altar.

Se trata de flores amarillas de la familia de los claveles, también llamada flor de cuatrocientos pétalos. En náhuatl significa “veinte flor”. Su color y olor conduce a los difuntos hacia la ofrenda.

Es un adorno que da colorido y representa la alegría de vivir. Se puede usar como cortinas,  carpetas  o  manteles  para  adornar  las  paredes cubrir  las  mesas  o  los  niveles  del  altar.

El color rosa oscuro se usa en señal de duelo. El color  morado  es  representativo  del  luto  cristiano y el naranja del  luto azteca. El  papel  picado  color  negro hace referencia al Mictlán, es decir el sitio de los muertos.

La  flama  que  producen  significa la luz, la fe y la esperanza. Sirven como guía para el alma, con  su  flama  titilante las ánimas puedan ver mejor su camino para llegar a sus antiguos  lugares y alumbrar el regreso a su morada.

Coronando la parte central del pan, se observa una protuberancia que representa el cráneo de un esqueleto del que se desprenden cuatro canelillas o hileras de pan en forma de huesitos; dichos huesitos simbolizan los cuatro rumbos del universo en la cosmogonía prehispánica. En cuanto a la forma circular del pan, se cree que es una representación del ciclo constante que transcurre entre la vida y la muerte.

Se ofrece agua para que las almas mitiguen su sed después de un largo viaje y repongan su energía para el camino de vuelta.

Con estos alimentos se trata de agradar el difunto compartiendo los platillos que más le gustaban.

En algunos otros lugares acostumbran poner una o varias cazuelas con comida. Los platillos varían de acuerdo a las regiones del país  en donde se esté celebrando esta festividad.

Es un elemento de purificación, sirve para que el cuerpo no se corrompa en su viaje de ida y vuelta al más allá.