«Si por la calle no me dirías ‘oye, Eva, vaya bufas te han salido’, no me lo pongas por redes sociales». Con su particular humor, Eva Soriano se desahoga sobre los señores desbocados en Internet. Lo hace en la complicidad de su programa ‘Cuerpos Especiales’, que presenta en las mañanas de Europa FM. «Ya hemos llegado a un punto en el que se legitima cualquier cosa, en el que bajo el anonimato de las redes se puede poner cualquier burrada. Porque lo de las tetas sólo es la punta del iceberg. Porque, debajo, hay una cantidad de fotos de miembros que a mí no me interesan ver. En qué momento tú crees que mandándome una foto de tu pilila, yo voy a decir ‘sí, nos casamos'», remata irónica Soriano poniendo en la palestra la consecuencia de una causa que no se termina de enfocar lo suficiente.Se recalca tanto que el mundo virtual no es el real que existe una peligrosa desconexión moral que, a menudo, propicia que las burradas se abran camino en la red sin remordimientos de conciencia. «Total, no es la realidad…» Y, así, los usuarios realizan prácticas que jamás ejercerían de tú a tú en un ascensor.La pantalla les protege, la empatía que surge de mirarse a los ojos no existe y no pasa nada por lanzarse al improperio, a la sordidez e incluso al acoso. Da igual, hemos ido interiorizando que la digitalidad es una realidad menor. Una nube donde se puede arrasar con todo porque nos han insinuado que no es el mundo de verdad. Pero ha llegado la hora de cambiar el chip. Huyamos de metaversos, la vida real es todo, también las plataformas y aplicaciones digitales. De hecho, estas plataformas simplemente representan una fantástica manera de progreso de las ventanas por las que nos comunicamos las personas de carne y hueso. LEs un clásico que los avances tecnológicos crean cierta incredulidad, hasta a menudo se tratan con desdén por los inmovilistas. Pero nunca hubo que distinguir entre digital y real. Es equívoco, pues cada acto, digital, analógico o físico, forma parte de la misma experiencia vital. La conversación de las redes sociales es fruto de nuestras motivaciones, nuestras contradicciones, nuestra convivencia. Toca dejar atrás el tóxico mantra de que lo que sucede en las redes es como un especie de videojuego en el que cuando se desconecta la pantalla las emociones también se quedan en pause. Los sentimientos no se apagan así como así, aunque estén resguardados tras un smarthphone. Cuando aprendamos eso, que lo estamos haciendo ahora, las redes sociales serán puntos de encuentro más constructivos. En ellas, como ha sucedido en los vecindarios de toda la vida, algunos intentarán aparentar, pero inevitablemente todos debemos convivir. Con errores, con locuras, con educación, con sensibilidad. Quien la tenga, en la vida.