PAULA ARENAS
- «Me fascina interpretar a un manipulador, porque no tengo nada que ver con él».
Fue con la película que lanzó a Amenábar al estrellato, Tesis, con la que Fele Martínez se dio a conocer. Han pasado 24 años y el actor alincantino no ha dejado de trabajar ni en cine ni en televisión, y con los mejores, entre ellos, Almodóvar (La mala educación) o Julio Medem (Los amantes del Círculo Polar) .
Ahora Fele está grabando la nueva temporada de la serie Estoy vivo (TVE) y el 10 de agosto subirá a escena la versión de teatral de la película de Veronese Todas las mujeres. Además, el 11 de julio participará en el Festival de Teatro Clásico de Almagro.
¿Lo que más ilusión le hace?
Todo. Estoy muy contento con la grabación de la segunda temporada de Estoy vivo. Me gustan mucho los guiones. Y por otra parte, aunque me da un poco de miedo hasta que estrenemos, me ilusiona mucho hacer Todas las mujeres.
Siempre da miedo el teatro…
Más que miedo es incertidumbre. Hay que luchar contra la impaciencia, yo sobre todo. Quiero verme ya en escena, saber cómo queda el papel.
Pues su profesión es complicada para alguien impaciente…
Sí, tienes que estar luchando contra ella todo el tiempo.
¿No se aprende con los años?
No queda más remedio que aprender a esperar. Pero yo siempre tengo que frenar bastante los caballos y el ansia de ver el resultado. Soy más de desbocarme que de frenarme.
Y el 11 de julio: Almagro, el templo del teatro…
Sí, el 11 de julio haré una lectura de sonetos. Da nervios.
¿De los buenos?
Bueno, a veces te juegan malas pasadas. Pero los llevo muy dignamente.
¿Algo comparable al aplauso cuando acaba la función?
Un buen orgasmo. Más que el aplauso, lo que me gusta es ver la cara de la gente cuando acaba la función. Cuando haces comedia y el teatro estalla y se cae, es maravilloso. Y cuando haces tragredia, y ves las caras de angustia, también. Cuando están distraídos es horroroso, porque algo estás haciendo mal.
¿Cómo se levanta eso?
A veces te da una sensación y no es real. Hay comedias que en unos sitios son todo el tiempo motivo de risas y otros en los que no se ríen apenas y al final hasta se ponen de pie aplaudiendo. En comedia no tiene nada que ver el País Vasco por ejemplo con Cataluña o Galicia. O Andalucía con La Mancha. Y eso es lo rico que tiene este país. Vivimos en el mismo espacio pero somos muy diferentes. Eso es maravilloso. Si fuéramos todos iguales, qué aburrimiento.
Ha hecho papeles siempre muy diferentes, ¿huye del encasillamiento?
Desde el principio siempre me han gustado los desafíos. Procuro que lo que vaya a hacer no tenga nada que ver con lo que he hecho. Interpretar ahora a este caradura y manipulador que hago en Todas las mujeres me fascina, porque no tiene nada que ver conmigo además. Y tengo muy buenos referentes. El comisario Santos es también un personaje que no tiene nada que ver conmigo.
El nivel de los guiones de las series ha cambiado mucho…
Se está empezando a hacer un producto que no se va a distribuir a nivel local solamente. Ya se piensa en que si haces una buena serie, te puedes colocar a nivel mundial. Mira La casa de papel es la más vista en lengua no inglesa del mundo. La gente ya se da cuenta de que la ganancia no está solo por los cortes de publicidad que tengas sino por el número de países al que la puedas vender.
La culpa de que se lea menos al final va a ser de las series, como decía un escritor hace poco…
Bueno, es que la gente se mete unos maratones de cuidado. Y yo también soy de verlas todas del tirón. Pero también leo tres libros a la vez. Y voy haciendo zaping con los libros. Desde que recuerdo tengo la nariz metida en un libro. Pero sí, las series me quitan tiempo de leer, pero igual que me quito tiempo para estar con mis amigos, mi chica y mi hijo, que tiene nueve meses.
¿Le ha cambiado mucho la vida?
Sí, pero para bien. Lo único es cómo te apañas, pero de momento estamos conciliando.
Decía que huía de los papeles que tienen que ver con usted, pero ¿no hay ni uno que se le parezca?
No, rotundamente, no. Alguno se puede parecer, siempre hay cosas que metes tuyas, pero siempre que interpreto un personaje procuro que no usar cosas mías, me gusta salirme de mi tiesto.
¿Cuál es su tiesto?
Mi tiesto es… Mi forma de ser es que yo necesito muy buen ambiente a mi alrededor, sobre todo trabajando. Yo cuando hay mal rollo a mi alrededor no puedo. Entonces lo primero que hago es generarlo. Si hay tensión, me afecta mucho. Procuro estar de buen humor, con una buena actitud. Voy a favor de obra digamos. Tengo mis neuras y soy de puertas para adentro muy tímido y muy inseguro. Cuando conozco gente, hay un punto de aterrizar difícil. Pero cuando interpreto un papel de alguien tímido o inseguro, busco desde otro lado, no desde mí.
Sería incluso perjudicial…
Sí, es exponerte demasiado. Por salud mental es mejor coger un traje que no sea el tuyo.
¿Al principio se expone uno más?
Sí, indudablemente, este oficio es de exponerse al máximo. Sales a un escenario o te pones delante de una cámara, y te expones tú, aunque lo hagas con una máscara. Hay un punto de exhibicionismo que tenemos todos los actores. Es innato. Si no tuviéramos ese punto de exhibicionismo, no lo haríamos.
¿Cuánto hay de vanidad y cuánto de humildad?
El ego y la vanidad están, pero estas cosas depende de cómo las gestiones. Yo agradezco mucho a la gente que me rodea porque son importantes en gestionarlo.
¿A quién le está más agradecido?
A mis amigos y a mis padres.
¿Profesionalmente? ¿Alguien crucial?
Como persona, no como actor, yo siempre tengo muy en cuenta a mis padres, que no tienen nada que ver con este oficio y los tengo como un gran referente. Y amigos míos, que veo que trabajan en centros para jóvenes o casas de acogida hacen que me dé cuenta de cómo pelean, y a veces por unos sueldos terribles. Eso te pone mucho los pies en el suelo. Te das cuenta de lo afortunado que eres, primero porque estás haciendo lo que te gusta, te encanta y te apasiona, y encima te pagan.
Tal vez eso es lo que debería ser, ¿no?
Claro, es lo que debería, pero desgraciadamente no es así. Y hay cosas que no te gustan y te puedes quejar, todo el mundo tiene derecho a quejarse, pero yo siempre tengo muy en cuenta a gente que está a mi alrededor. Los admiro y me hacen de espejo. Es un » cuidado, chaval, que puedes sentirte afortunado de lo que haces». Tengo compañeros de oficio buenísimos que no tienen trabajo.
¿Algún papel al que guarde especialmente cariño?
Ahora mismo al comisario Santos y a Nacho, que son con los que estoy haciendo. De los anteriores, casi todos. El 99,9%.
Si volviera atrás, ¿diría que no a alguno?
Sí, eso sí. A lo mejor lo harías de otra manera o no lo harías, pero haber pasado por ahí te lleva a saber que eso no te va a volver pasar. Aprendes, de todo se puede sacar algo positivo.
¿Siempre, siempre?
Evidentemente la vida te puede pegar una bofetada que lo único que puedes hacer es encomendarte a los planetas para salir lo mejor parado posible de la situación.