La prensa del corazón y la prensa futbolera siempre se han parecido más de lo que quieren creer. Si los famosos ya han aprendido a utilizar las redes sociales para neutralizar a los paparazzis, ahora los profesionales del fútbol pueden ahorrarse intermediarios para narrar en primera persona su experiencia en el campo e incluso fuera de él. Si las celebrities suben a su Instagram un posado bien cuidado desde su lugar de vacaciones mucho antes de que pueda llegar un fotógrafo a espiar y captar una imagen regulera, ahora los profesionales del fútbol tienen las herramientas para conversar de tú a tú con sus seguidores. Un atajo para que no hablen por ti como antaño con ayuda de una fácil y rápida tecnología actual que permite un contacto directo con la afición. Así lo hace Luis Enrique, entrenador de la selección española, que se ha abierto un canal de Twitch para comentar y mostrar la trastienda del Mundial de Qatar. Su naturalidad a la hora de contar cómo está viviendo la competición frena cualquier tipo de suspicacias, que alimentaban tanto los dimes y diretes de los comentaristas del fútbol que, a menudo, seguían las mismas técnicas de especulación de las revistas del cuore.Luis Enrique aprovecha la tecnología existente para hablar como un hincha más pero, a la vez, intentando divulgar lo que no se ve de su experiencia en el mundial. Y sin necesidad de soportar preguntas incómodas. De hecho, en su canal de Twitch se adelanta a la pregunta incómoda. Los agoreros de siempre gritarán: ¡el fin de la prensa especializada en fútbol! Pero la realidad es que es absolutamente complementario el trabajo del periodista y una emisión propia de Luis Enrique, desde la plataforma que sea. Cambian las pantallas, aunque lo que no varía es la necesidad de periodistas que aporten perspectiva y criben las medias verdades. Un Twitch de Luis Enrique sólo suma, pues bien consumido acerca con naturalidad el trabajo de la selección. Hasta con los errores que se pueden cometer al comentar la «vida» sin demasiados filtros desde una plataforma tan sencilla en la que uno se puede olvidar que no está en un bar con los amigos y debe demostrar sus responsabilidades frente a la cámara, por pequeña que sea. Aunque, tras años de glorificarse en las lejanas alturas de los secretos del poder, lujos y privilegios, al fútbol le viene bien caer en la tentación del reality de las redes sociales. Hasta equivocándose en la exposición de la viralidad. Como nos ha pasado a todos alguna vez. Así, igual, el fútbol de primera línea vuelve a parecer más mundano y menos marciano.