CARLES RULL
- Terry Gilliam ha cumplido, dos décadas después, su sueño de realizar ‘El hombre que mató a Don Quijote’.
- Otros títulos, algunos emblemáticos otros menos ilustres, han arrastrado la etiqueta de malditos como ‘Poltergeist’, ‘Manolete’ o ‘El cuervo’
Después de todas las calamidades e inconvenientes sufridos, cualquiera lo hubiera dejado. Pero Terry Gilliam es fiel a sus sueños, y uno de ellos era llegar a realizar su visión del mito de Don Quijote. Ha tardado 20 años, pero no ha habido molino ni gigante que lo haya impedido. Finalmente, su ansiado proyecto de El hombre que mató a Don Quijote vió la luz en la clausura del Festival de Cannes, el pasado sábado 19 de mayo.
En el año 2000, en Navarra, empezó el rodaje con Jean Rochefort como el Hidalgo de la Mancha y Johnny Depp interpretando a su particular Sancho Panza, un ejecutivo de publicidad trasladado a ese pasado creado por Cervantes. Los aviones de una base aérea cercana impedían recoger sonido en directo, hubo inundaciones que dañaron los decorados, Rochefort tuvo que ser hospitalizado un par de veces y el presupuesto terminó agotándose.
Después, Gilliam aún debió esperar varios años de litigios legales con las aseguradoras para volver a intentar levantar un proyecto que tomaba nuevos protagonistas, Robert Duvall, Michael Palin, John Hurt y Ewan McGregor entre ellos. No hubo manera. solo logró estrenar un making-off, el documental Lost in La Mancha en 2002, con el material de ese primer fallido intento de realizar su largometraje.
Gilliam estaba acostumbrado a las adversidades. Su película más reconocida, Brazil (1985) también padeció los recortes y cambios en el final por parte de los productores y cuando llegó a los cines fue para pinchar. El imaginario del Doctor Parnassus (2009) también quedó tocada por el prematuro fallecimiento de su protagonista, Heath Ledger. Pero lo de El hombre que mató a Don Quijote era ya legendario.
Cuando todo parecía listo para su esperada presentación en Cannes, dos imprevistos más. Por un lado, la demanda de uno de los exproductores, el portugués Paulo Branco que aseguraba ser el propietario de los derechos de distribución y exhibición e intentó impedir su estreno; y por el otro, el fatídico añadido de un ictus que hizo temer por la salud de Gilliam, de 77 años.
Ahora es por fin una realidad con Jonathan Pryce (el protagonista de Brazil) y Adam Driver como pareja protagonista. El estreno en nuestras pantallas tampoco se hará de rogar, está previsto para el viernes 1 de junio. Es una coproducción hispano-francesa y su presupuesto ha sido de 16 millones de euros.
Otro de los proyectos internacionales que han sufrido severos problemas de rodaje, por diferencias creativas y para llegar a los cines, fue La mula con Mario Casas y María Valverde, y ambientada en los últimos meses de la Guerra Civil.
El Capitán Trueno y el Santo Grial (2011) también fue una desastrosa producción; costó 8,38 millones de euros y fue un enorme fracaso en taquilla recaudando 739.162 euros y pésimas críticas.
En cambio, una obra maestra como El mundo sigue, un sórdido retrato de las miserias sociales y morales de la época, dirigida por Fernando Fernán Gómez, solo logró estrenarse en nuestros cines y en blu-ray y DVD en 2015. No sería noticia sino fuera porque habían pasado 52 años de su realización.
Terror, muertes y desastres financieros
La maldición en los rodajes sobre todo en las películas de terror es una leyenda urbana muy extendida y, en ocasiones, una inquietante realidad. Roman Polanski sufrió el trágico asesinato de su esposa, Sharon Tate, a manos de la secta del siniestro Charles Manson después de haber rodado La semilla del diablo (1969) en el «maldito» edificio Dakota. Del rodaje de El exorcista (1973) también se habla de contratiempos y hechos inexplicables, como decorados ardiendo y, según las fuentes, entre cuatro y nueve personas murieron durante el rodaje.
Los accidentes fatales lamentablemente también existen. Entre los más recordados, en el rodaje de En los límites de la realidad (1983), un helicóptero que volaba a pocos metros de altura fue alcanzado por unos explosivos del departamento de efectos visuales; en su caída decapitó al actor Vic Morrow y dos niños, de 6 y 7 años resultaron muertos. En un mito se ha convertido además la muerte accidental de Brandon Lee a causa de una bala, que debía ser de fogueo, durante el rodaje de El cuervo (1994).
Incluso hay películas que han conducido a la ruina financiera total. Michael Cimino se había convertido en el nuevo genio del cine con su segundo largometraje, El cazador (1978), un clásico instantáneo sobre la guerra de Vietnam ganadora de 5 óscar, entre ellos el de mejor película y dirección. Su siguiente proyecto, La puerta del cielo (1989) fue aún más ambicioso, un wéstern y una de las producciones más caras jamás filmadas, 44 millones de dólares de la época. Su fracaso comercial, solo recaudó 3,5, provocó la quiebra de los históricos estudios United Artists.
¡Maldita película!
El conquistador de Mongolia (1956)
La película más maldita. Se rodó en parques nacionales del suroeste de Utah, muy cerca de donde el ejército norteamericano había realizado pruebas nucleares. Se calcula que de las 220 personas que participaron en el rodaje, entre 91 y 150 fallecerían de cáncer. Entre ellos el director Dick Powell o su misma pareja protagonista: John Wayne a causa de un cáncer de estómago en 1979, y Susan Hayward por un tumor cerebral en 1975.
La campana del infierno (1973)
Cuenta la leyenda que el cantero que trabajaba en el campanario de la iglesia de San Martiño en Noia (La Coruña) murió antes de finalizar su encargo. Desde entonces una extraña maldición pesaba sobre el lugar. El director Claudio Guerín encontró la muerte al caer desde allí, en los preparativos para la última secuencia del rodaje. Para más inri, este thriller de terror no pareció interesar a nadie en su estreno. Fue un fiasco en taquilla con poco más de medio millón de espectadores.
El gran rugido (Roar, 1981)
Uno de los rodajes más peligrosos y disparatados. El proyecto lo idearon Tippi Hedren (la protagonista de Los pájaros) y su marido, Noel Marshall (productor de El exorcista), y tardaron 11 años en empezar rodar. Se empeñaron en filmar rodeados de más de un centenar de animales salvajes, la mayoría leones, campando a sus anchas. Más de setenta personas resultaron heridas por zarpazos y mordiscos. Para colmo, fue un estrepitoso fracaso en taquilla y la crítica la tildó de malísima.
Poltergeist (1982)
Desde su estreno a las dos secuelas, en seis años, fallecieron varios intérpretes, entre ellos la actriz Dominique Dune o la pequeña Heather O’Rourke, la famosa niña rubia de la película, a los 12 años en 1988. Como una de las causas de la maldición se atribuye el que se usaran esqueletos reales, en una escena de noche en una piscina. Craig Reardon, del departamento de maquillaje, confirmó varios años después que compró unos 13, de los que se usan para universidades o estudios, porque eran más baratos que las réplicas.
Manolete (2008)
Con el oscarizado Adrien Brody como Manolete y Penélope Cruz como Lupe Sino, dirigidos por el holandés Menno Meyjes, el rodaje empezó en 2006 en Madrid con vistas a estrenarse al año siguiente, coincidiendo con el 60ª aniversario de la muerte del célebre torero. Problemas «creativos» del director con los productores y la falta de presupuesto hicieron que se completara a duras penas. Se estrenó seis años después. Fue en pocos cines y ante malas críticas. Había costado 28 millones de dólares y no llegaría a recaudar ni medio millón en cines.