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Erik Finman tiene solo 19 años y ya es uno de los millonarios más jóvenes del mundo gracias al bitcoin. Su fortuna no es ningún secreto ya que él no duda en alardear de ella a través de Instagram, donde cuelga imágenes suyas en jets privados, camas cubiertas de billetes, etc, con mensajes como «el dinero en efectivo es tan inútil en comparación con el bitcoin que me estoy durmiendo en él».
El calificativo de presumido se le queda corto si atendemos a otros mensajes en su cuenta como el que acompañaba a una imagen suya fumando un cigarrillo, donde escribía «a veces solo necesitas un buen cigarrillo para relajarte cuando tienes que vivir con la carga extenuante de tanto dinero y demasiadas mujeres hermosas«.
Compró su primer bitcoin a los 12 años con 1.000 dólares que consiguió de su abuela. A partir de ahí fue agrandando su fortuna y hoy no duda en compararse con otros millonarios de este universo como Martin Shkreli. «Yo soy más joven y no estoy en la cárcel», afirma, según informan en The Guardian.
Sin embargo, no todo es lo que parece. Finman asegura que su presencia en las redes sociales está cuidadosamente estudiada y que «ser un provocador es una manera divertida de hacer que la gente preste atención a mis ideas. La gente se vuelve loca con mis mensajes y eso es lo que quiero. Ayuda a llamar la atención sobre mis proyectos reales».
Finman descubrió los bitcoins cuando era niño y su hermano mayor lo llevó a una protesta de Occupy Wall Street. Dice que a partir de ese momento se enamoró del potencial de esta criptomoneda. Empleó todo su dinero en el bitcoin, con una primera inversión de 10 dólares y la posterior de 1.000. Acabó vendiendo por 100.000 dólares la primera inversión que había hecho y, con 15 años, usó ese dinero para comenzar un negocio educativo online llamado Botangle, que servía para poner en contacto a alumnos con tutores a través de un videochat.
«Tuve una terrible vida escolar, por eso quería hacer ese proyecto», explica Finman, que recuerda que una maestra le aconsejó dejar los estudios y trabajar en McDonalds cuando se enteró de que andaba metido en el bitcoin. Fue una de las muchas burlas que soportó.
A pesar de su éxito, sus padres no lo dejaron abandonar completamente la escuela. Entonces hizo una apuesta con ellos: si ganaba un millón antes de cumplir los 18 años, no tendría que asistir a la universidad. Ganó esa apuesta el año pasado.
Para lograr su fortuna, Finman vendió Botangle por una oferta en la que tuvo que decidir entre 300 bitcoins o 100.000 dólares en efectivo. Optó por los bitcoins y fue sumando más (hasta sobrepasar los 400) y compró también otras criptomonedas.
Influenciado por la carrera profesional de su madre, ingeniera de la NASA, Finman se interesó entonces por la exploración espacial y actualmente se encuentra trabajando en un proyecto con la agencia para lanzar al espacio un satélite que contiene una cápsula digital del tiempo. Su proyecto servirá para conmemorar el 40 aniversario del lanzamiento de Voyager.
Pero este no es su único proyecto. Finman también ha creado un traje robótico de cuatro brazos como el que usa el doctor Octopus en Spiderman para un niño de 10 años con problemas de hipermovilidad. Este traje ha atraído la atención de numerosos inversores para darle otros usos. Por otro lado, ha comenzado un proyecto para construir una escuela que «cambiará el modelo de educación», dice, aunque no da más detalles.